Ciudad Bolívar y
Soledad, de por medio el Orinoco como eje, conforman la Angostura del Orinoco y
un valor de conjunto determinado por la relación existente entre clima y
cultura que debe tomarse en cuenta como base para una orientación de conducta
en el sitio.
Antonio
Violich, como otros arquitectos y artistas que defienden la permanencia y
conservación del casco urbano bolivarense y se oponen a construcciones de alto
contraste y fuera de contexto como el edificio del arquitecto Oscar Tenreiro
para un Teatro, considera que se ha fallado en cuanto a la valoración de conjunto y que carecemos en
este momento de una visión global del entorno geográfico de Angostura.
Esa delimitación
del perímetro que se ha hecho para englobar lo que es la geografía angostureña
con vista a su protección, conservación y revitalización social, es simple y
carece científica y metodológicamente de una visión más profunda del problema.
Por
ejemplo, se han olvidado los principios bioclimaticos en la reconstrucción del
casco histórico. El rompimiento de los
modernistas esteticista con el pasado es tal que se pasan por alto algo tan
históricamente elemental como los principios bioclimaticos que en la edificación
de la Angostura del Orinoco tomaron en cuenta tantos fundadores como habitantes. Topografía, temperatura, humedad,
vientos, insolación, precipitación y recursos a mano disponibles determinaron
el tipo de la edificación, ya para viviendas, instituciones públicas o
comercio.
Con
una temperatura que promedia los 28 grados centígrados no sé podían construir
viviendas como las de países de clima frío sino esas casas altas de azoteas, de
grandes puertas y ventanales, techos de teja, patios frondosos y material
refractario que caracterizan la arquitectura angostureña y que por ignorancia
de los gobiernos tanto regionales como locales han querido desmontar. Toda una tecnología, si bien con influencia
extraña predominantemente de forma y estilo, perfectamente adaptada e
identificada con el clima, los recursos y posibilidades del medio.
Son
realidades que en el proceso de revitalización del casco urbano se ignoran o
quieren suplantarse radicalmente: la temperatura con el aire acondicionado
mecánico, la madera con las vigas de hierro doble T, el barro con cemento y la
teja con la arcilla industrial y el manto asfáltico.
La Angostura del Orinoco abarca
aproximadamente 20 kilómetros cuadrados y conforma una geografía que comprende
el Río Orinoco, sus correspondientes lagunas marginales o embalses, los
accidentes topográficos de cerro y rocas adyacentes y el sitio de asentamiento
de los cascos urbanos originales de Ciudad Bolívar y Soledad.
En
una ponencia titulada "Clima y Cultura en la Angostura del
Orinoco" presentada por el arquitecto Antonio Violich en un Taller
patrocinado por la Facultad de Ingeniería de la UCV, sobre criterios y técnicas de
acondicionamiento climático en las edificaciones del trópico, se entiende este ámbito
como el escenario central de una obra que vincula al hombre con su
ambiente. Ambito natural de grandes
masas de agua y aire que se aceleran al pasar entre y por encima de su roca y
que son a la postre una fuerza cuantificable y aprovechable.
Violich
en su ponencia hace la explicación siguiente: La Angostura se encuentra en la
Zona Neotropical con una clasificación tropical desértico que arroja promedios
anuales de temperatura de 27,7§, humedad relativa de 75%, viento de este -
norte de 9.1 km./hora, insolación de 8 horas día y precipitación de 983 cm/año.
Esto
conforma un microclima local variable toda vez que depende de la accidentada
interrelación entre brisa, topografía y río. Este microclima es influenciado
por la sobre posición de los vientos con un tramo de río y lagunas de 40 Km
alimentando el sitio con un "túnel de viento cargado de humedad" que,
cuando bien aprovechado, ayuda a nivelar los extremos del ciclo climático de
las 24 horas donde de noche la humedad, temperatura y viento registran 95%, 22°
y 1 km./hr, respectivamente y en el día invierte esta situación con cifras de
44%, 32° y 18 Km./hora respectivamente.
Sin embargo, las velocidades y direcciones puntuales del viento
producidas por los cerros, rocas, construcciones y vegetación conducen a
cambios específicos de calidad y confort ambiental urbano, de complejo y sutil
aprovechamiento.
La
pregunta que nos hacemos es si la Oficina Técnica del Centro Histórico
a la hora de planificar nuevas construcciones y adecuar antiguas edificaciones
a necesidades institucionales actuales, toma en cuenta estas realidades
climatológicas que tenían claras los constructores, ingenieros y alarifes de la época pre-modernista como puede apreciarse en la Casa
de las Doce Ventanas y en la llamada Casa Wantzelius. Creemos que no, al juzgar por la restauración
y adaptación que se hizo del Capitolio para una Escuela
de Artes Escénicas, la ampliación (“popa de barco” le dicen residentes
de la calle Boyacá) del inmueble donde funciona la Dirección de obras Publicas,
el edificio en construcción destinado a la Escuela Zea y los proyectos en
discusión desautorizados por Ingeniería Municipal y la Junta Nacional del
Patrimonio Histórico para un Teatro recostado del Capitolio y un Teatrino adosado a la Casa Lauro.
Esto
ultimo que hemos citado conforma toda una problemática en el proceso de
revitalización del casco angostureño y evidencia a todas luces, como dice el
arquitecto Violich en su ponencia, carencia
de visión del entorno geográfico de Angostura, falta de una
reglamentación y aplicación de principios bioclimaticos en la reconstrucción
del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, desconocimiento general del
comportamiento térmico del conjunto de materiales de construcción, pasado y
presente, utilizado en las obras de construcción, dependencia de sistemas
mecánicos activos para la climatización de Aire interior con sus consecuencias
y problemas de mantenimiento, costo y desarraigo cultural en el sitio,
no-aprovechamiento de condiciones climáticas locales donde el frío y humedad de
la noche son posibles captar para reducir el calor del día. Otro factor
importantísimo ignorado en el estudio y praxis de la reconstrucción del Casco
urbano angostureño es lo que el arquitecto Violich denomina "Plan
Centurión", un plan que debería ser analizado como documento
rector en el desarrollo regional y urbano del sitio.
Todos
sabemos que Santo Tomás de Guayana, hoy Ciudad Bolívar, fundada en 1595 como
colonia española en el Delta del Orinoco, a fin de controlar el acceso a las
fabulosas riquezas de El Dorado, fue mudada aguas arriba hasta su situación
actual en la angostura del Orinoco en 1764 donde fungió como la última línea de
defensa de los españoles contra la
piratería internacional.
Para
tal propósito y a fin de consolidar una población que "viviera, sintiera, pensara y
hablara en español", España, después de Joaquín Moreno de Mendoza que
apenas estuvo 24 meses, envió por un lapso más prolongado (10 años) a Don
Manuel Centurión Guerrero de Torres,
matemático y militar, egresado de la Real Academia, de reconocida
capacidad profesional y con basta experiencia como Jefe de Artillería de
Caracas y Jefe de Obras Militares y Civiles en Puerto Cabello.
Centurión
echó las bases de la ordenación urbana y ambiental de Angostura y dentro del
mismo plan o esquema continuaron los gobernantes sucesores hasta que luego de
la Guerra de independencia la ciudad se desarrolló como un importante centro de
comercio internacional, gracias a su situación estratégica, cuya realidad
natural y cosmopolita evolucionó en una compleja estructura social.
Explica
Violich que para esta época, Juan Bautista Dalla - Costa introdujo códigos
comerciales y ordenanzas urbanas que abrieron la ciudad en forma cívica hacia
el mundo a través de malecones y galerías.
Sin embargo, los cambios ocurridos en los patrones del comercio internacional
en la primera mitad del siglo, así como el desarrollo de la industria petrolera
venezolana, ocasionaron un deterioro en la estructura socio - económica de
Ciudad Bolívar, la cual fue quedando al margen del desarrollo y del progreso
económico. El avanzado deterioro de su
casco central, abandonado por los descendientes de la oligarquía que dominó
durante los siglos 18 y 19 es desde hace siete años (1986) objeto de un
Programa de Revitalización de incentivo regional consolidado con aportes nacional
e internacional. De hecho en la
Angostura la arquitectura responde al clima de forma tan variada como ha sido
la cultura de sus pobladores: el indígena en transparencia con la naturaleza,
el español con el peso de las inercias térmicas, el europeo con la ventilación
del calor tropical, y la cultura moderna alejándose de la climatización pasiva,
empeñada en bajar temperatura y humedad mediante la comprensión mecánica
activa.
La Angostura
incluye a ambas riberas del Orinoco
partes de los estados Bolívar y Anzoátegui y sus respectivas poblaciones de los
viejos Cascos Urbanos de Ciudad Bolívar y Soledad. Pero sólo el casco histórico de Ciudad
Bolívar está amparado por la Ley de Protección
y Conservación de Antigüedades y Obras Artísticas de la Nación (1945) y por una
Ordenanza municipal especial (1986) en la cual se apoya un convenio
interinstitucional, incluyendo entidades gubernamentales regionales y
nacionales y el Gobierno español. Mindur
ha elaborado un Plan Rector de Ciudad Bolívar clasificando el casco histórico
dentro de un Plan Especial que conlleva a la revisión de la Ordenanza
existente. Estas reglamentaciones, según
Violich, no contemplan en forma directa el desarrollo y aplicación de Normas
Térmicas en cuanto a su relación específica con el valor patrimonial en
cuestión.
Actualmente
se ejecutan distintos tipos de obras de reconstrucción incluyendo
principalmente usos institucionales como
áreas verdes y edificaciones culturales, administrativas, educativas y
en menor proporción habitacionales. El
sector privado resiste las ordenanzas por cuanto afecta a un desarrollo urbano
acostumbrado a la densificación y
especulación de la tierra. En ambos
sectores, público y privado, son
aislados los casos de construcciones que
toman el clima en cuenta como expresión arquitectónica. Tanto la forma en cuanto a volumetría y
orientación como el uso de materiales niegan el potencial de técnicas de
acondicionamiento bioclimático.
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