Ciudad
Bolívar fue una de las primeras capitales venezolanas que dispuso de acueducto.
El agua era bombeada con máquinas de vapor desde el Orinoco a un depósito en la
cumbre del peñón angostureño, de donde bajaba por gravedad a domicilio.
Para 1884 Ciudad Bolívar, la capital angostureña,
continuaba siendo sólo una colina de 40 metros recostada a la derecha del
Orinoco con una población de 12.500 habitantes que carecía de los servicios
públicos fundamentales, no obstante la importancia urbana de su comercio y
edificaciones de mampostería, con azoteas y grandes ventanales.
El servicio de
agua, el más importante, lo cubrían los aguadores a través de mulos y burras
que subían a domicilio con su carga de agua desde los manantiales cercanos,
entre ellos el de Las Tinas.
Pero ese año de 1884 los bolivarenses experimentaron
un cambio con la novedad del acueducto, el cual había comenzado a ser una
realidad desde 1881 que la Municipalidad, presidida por don Hilario Machado,
acordó la ejecución de la obra, entonces presupuestada en 160 mil bolívares y
para cuyo efecto había designado una Junta de Acueducto, presidida por Miguel
Aristeguieta.
Hasta abril de 1883, mucho se había hecho, pero no lo
suficiente para poner a funcionar el ansiado Acueducto de los bolivarenses. La
infraestructura de la Toma de agua en Punta Castillito, junto al Mercado
Municipal, estaba lista con una bomba de extracción, una bomba de impulsión,
una caldera de vapor y la tubería matriz subterránea que iba desde Castillito a
lo largo de la calle Libertad hasta lo alto del cerro o colina donde se hallaba
la Caja de Agua en construcción.
A objeto de rescatar esa obra paralizada y ponerla en
servicio, intervino el Presidente del Estado, Ramón A. Mayol (1882-1884) quien,
previamente autorizado por la Municipalidad, suscribió un contrato, 5 de
octubre de 1883, con el norteamericano Georges F. Underhill, por medio del cual
éste se comprometía a continuar y poner en servicio la obra del acueducto a más
tardar el 27 de abril de 1884, a cambio de un aporte de 60 mil bolívares y su
explotación por el lapso de 25 años y otras condiciones.
Las otras condiciones se referían a la libre
introducción de todos los materiales y efectos necesarios importados para la
conclusión, ensanche y conservación del acueducto; al convenio de un impuesto mensual no superior a cuatro
bolívares por 500 galones de agua cada 30 días; impedir el hurto o venta de
agua por parte de los dueños o inquilinos de casas; reconocimiento del Gobierno
del Estado como accionista o dueño de la
tercera parte del beneficio de utilidad líquida de la negociación; garantía a
Underhill de un contrato para el alumbrado de gas en la ciudad, concediéndole
un término de ocho meses para las proposiciones respectivas.
A cambio de todas las bondades contractuales a su
favor, Underhill se comprometía a concluir los trabajos de la Caja de agua o
estanque de la parte alta; instalar una tubería a lo largo de la calle Orinoco,
desde la esquina de la Miscelánea hasta la esquina de la Babilonia y partiendo
de ésta dotar de tubería propiamente las calles: Miscelánea hasta Amor Patrio;
Libertad hasta la calle El Rosario; Igualdad hasta el Hospital de Las Mercedes;
Constitución hasta la casa del estanque; Carabobo hasta la calle Bolívar,
subiendo por ésta hasta la Boyacá y continuando hasta la casa del estanque.
Se comprometía, Underhill, por otra parte, a suplir el
agua por este entubado durante cuatro horas: dos en la mañana y dos en la
tarde, debiendo colocar los tubos surtidores desde el medio de la calle hasta
la pared frontal de la casa, a razón de cinco bolívares por cada metro de tubo “siendo de cuenta de los dueños o inquilinos
de las referidas casas el costo de las cañerías que quieran colocar en el
interior de ellas”.
Underhill asimismo se comprometía a reparar las calles
después de colocados los tubos de modo que éstas quedasen empedradas como se
encontraban antes de la operación. A poner un tubo de media pulgada de diámetro
en el Palacio de Gobierno, Cárcel Pública y Hospitales de Caridad y Las
Mercedes, respectivamente, y a suplir por ellos el agua gratis a estos
edificios. A colocar cuatro pilas pequeñas para el ornato en los cuatro ángulos
de la Plaza Bolívar, un surtidor con llave automática en la Plaza del Mercado;
otro en la calle de El Porvenir y asimismo en la calle de la Concordia. A
reconocer al Gobierno del estado Bolívar como dueño de la tercera parte de las
utilidades líquidas del Acueducto y, finalmente, Georges F. Underhill quedaba
comprometido a devolver a la Municipalidad de Heres, la obra del Acueducto,
transcurridos los veinticinco años pautados en el convenio.
El Acueducto, tal como lo establecía el convenio, fue
inaugurado en la fecha aniversaria de la Revolución de Abril, por el entonces
Presidente del Estado Bolívar, general J. M. Bermúdez Grau (1884-1886) y
funcionó con regularidad hasta agosto de 1892 cuando una crecida descomunal del
Orinoco que llegó a tapar por primera vez la Piedra del Medio, causó daños a
las instalaciones de la planta de Castillito.
El contrato original pasó después a ser explotado por
la firma Bartolomé Tomasi & Cía. y prorrogado por 25 años más en el
Gobierno del Dr. Luis Godoy.
Underhill estableció también unos baños públicos en el
sitio de la Caja de Agua. Pero el alma de toda esa empresa que solucionó el
directo suministro de agua a los bolivarenses, fue reconocidamente el ingeniero
norteamericano Harold Jenningns, quien trabajó, tanto con Underhill como con B.
Tomasi.
El 19 de julio de 1910 hubo un lamentable accidente.
Detrás del Mercado Municipal, próximo a la planta del Acueducto, había un
Retrete que diariamente era aseado por un chorro de agua caliente lanzando por
un empleado desde la Caldera del Acueducto. Era obligatorio hacerlo alertando
previamente a los usuarios con un pito, pero esa tarde la señora Fernanda
González, no tuvo tiempo de abandonar el lugar y sufrió tan graves quemaduras
que falleció al siguiente día en el Hospital Ruiz de la ciudad.
El 25 de mayo de 1931, hubo la ciudadanía que lamentar
otro accidente al derrumbarse el Garage del Acueducto y sepultar a seis obreros
que trabajaban en la hechura de un foso para levantarle al Mercado un muro de
protección contra las inundaciones.
Para 1933,
Ciudad Bolívar, acusaba una población aproximada de 20.000 habitantes, por lo
que ya se escapaba fuera de los contornos del casco urbano original. Este
crecimiento urbano afectaba la capacidad del viejo acueducto que la ciudadanía
denunciaba de anticuado e insuficiente.
Ante tal realidad, el Presidente del Estado, doctor
Antonio Alamo, encontró receptividad a nivel del Gobierno Nacional y a través
del Ministerio de Obras Públicas fueron comisionados para la elaboración de un
proyecto de nuevo acueducto para Ciudad
Bolívar, los ingenieros J. M. Hernández, A. Graterol Tellería y C. González
Gómez.
Durante casi todo el mes de octubre de 1934 estuvieron
trabajando en Ciudad Bolívar y tratando de buscar una fuente distinta a
Castillito, por estar contaminada, estudiaron las posibilidades de los ríos
Marhuanta, Candelaria, Candelarita, Manacal, Marcela y Salto de la India a 72
metros sobre el nivel del mar, pero al final resolvieron persistir con la
fuente del Orinoco, pero reubicándola más arriba de las bocas del San Rafael.
Partiendo de esta fuente, se proyectó un Acueducto con un nuevo reservorio o
estanque en cerro El Vigía además de la vieja Caja de Agua, y con capacidad de
2.000 metros cúbicos de agua continua durante las 24 horas del día, a razón de
100 litros per cápita.
En febrero
de 1938, ya extinguida la dictadura de Gómez y siendo Presidente del Estado el
doctor José Benigno Rendón, se venció el contrato con la firma Tomasi y el
Acueducto pasó a control de la Municipalidad y ésta designó a César Jara Rodil
y a Martín Maestracci para administrarlo. Tal decisión produjo una discusión acalorada
en el seno del Consejo y la renuncia del Padre Villasmil a su curul edilicio
ante la solicitud hecha por don Antonio Liccioni, quien pedía la administración
del Acueducto para con los beneficios
sanear o desecar la laguna que continuaba amenazado la salud de la población.
Entre tanto
se había decidido la ejecución del proyecto del nuevo Acueducto, el cual vino a
hacerse realidad en 1943 en manos de la contratista Raymond Pile Concrete Co. En junio se probó la bomba de la Estación
principal situada en La Toma. De aquí se bombeaba el agua hasta el estanque del
cerro El Vigía, de donde era rebombeada a la Caja de Agua, frente al Capitolio.
En 1945 el
Acueducto pasó a ser administrado directamente por el Instituto Nacional de
Obras Sanitarias y así se mantuvo hasta fines de la década del ochenta cuando
fue absorbido por la CVG.
Mientras
estuvo bajo la administración del INOS, sus instalaciones fueron mejoradas e
incrementada su capacidad hasta 650 litros por segundo con una Planta de
Tratamiento construida en Perro Seco y desde la cual se bombeaba el agua a los sectores: Centro-Este, Vista
Hermosa, La Sabanita y El Perú. Esta planta se alimenta desde la Torre Toma y
Dos Balsas, aguas arriba de las bocas del San Rafael.
Como para
1980 la población de Ciudad Bolívar había aumentado considerablemente, hubo que
construir una segunda Planta de Tratamiento con capacidad de 600 litros por
segundo. Para ello se buscó otra fuente que no fuera el Orinoco debido a la
creciente contaminación del río. Se construyó en el lago de la Represa de Guri.
Desde ella y a través de sus 77 kilómetros de tubería de 54 pulgadas, las aguas
por gravedad llegan a Ciudad Bolívar por el lado noreste, en terrenos de la V
División de Selva, de donde se surten los sectores de Vista Hermosa, La
Sabanita, El Perú, Agua Salada y otros
sectores que hasta entonces constituían una carga insoportable para el viejo
acueducto de Ciudad Bolívar que ahora se limita al centro y Este de la ciudad.
Ambas plantas administradas directamente por la CVG a través de su filial Obras
Sanitarias e Hidráulicas hasta que la nueva empresa oficial, Hidrobolívar,
asuma la administración de acuerdo con
un convenio de transferencia suscrito en abril de 2005.
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