Haciendo
abstracción de la enseñanza impartida durante la Colonia, en este caso aislada
e intrascendente, debemos señalar al Colegio Federal como el primer hito
histórico de la educación en la Provincia de Guayana.
El Colegio Federal de Guayana es producto del
advenimiento de la República y se instituyó por decreto de 13 artículos dictado
en Bogotá el 27 de octubre de 1824. Entonces, Guayana formaba parte del
Departamento Orinoco integrado a la República de Colombia y el cual comprendía
las provincias de Guayana, Barcelona, Cumaná y Margarita.
El decreto disponía que el Colegio, con
sede fija en Santo Tomás de Angostura, tuviese una escuela de Primeras letras
por el método lancasteriano, cátedras de gramática, de latinidad y filosofía.
El método lancasteriano, creado por el
educador inglés Joseph Lancaster (1778-1838), era bastante objetivo,
desprovisto de ingerencia religiosa y aprovechaba a los alumnos destacados como
monitores en la educación de sus condiscípulos. José Rafael Revenga, uno de los
redactores del Correo del Orinoco y quien había estudiado el método en los
Estados Unidos, ya había intentado, sin mucho éxito, establecerlo en Angostura
previo entrenamiento de varios jóvenes.
El Gobierno de Colombia destinó como
sede del Colegio el Hospicio de los Padres Observantes (El Convento) que por
estar en las afueras de la ciudad resultó inconveniente. Receptivo, el General
Francisco de Paula Santander, encargado de la Presidencia de Colombia, dispuso
entonces en atención a un pedimento, que se permutara a la Diócesis el Convento
por la casa de los Jesuitas o “del Gobierno” como identificaban al inmueble
donde se había reunido el Congreso de Angostura y el cual pertenecía a la
Diócesis para la época grancolombiana. El avaluó del Convento fue de 26.243,49
pesos y el de la Casa de los Jesuitas, 12.715,37 pesos. Pero como transcurría
el tiempo y el Colegio no se instalaba por falta de recursos económicos y
profesionales, Monseñor Mariano de Talavera y Garcés, administrador apostólico
de la diócesis de Guayana, había logrado que le cedieran temporalmente el
edificio para establecer allí un Seminario, pero en eso vino la separación de
Venezuela de Colombia y el Colegio aunque tardíamente, terminó instalándose
allí, el 24 de junio de 1840, luego de una reformulación del decreto anterior
por otro del Poder Ejecutivo de Venezuela del 8 de abril de 1834.
No obstante que el Colegio fue objeto
de un nuevo decreto en 1834, volvió a sufrir tardanza su instalación debido a
las mismas dificultades anteriores, sólo resueltas en el curso de seis años por
una Junta de Rentas que logró reconstruir el edificio que se hallaba en muy
malas condiciones y asegurar ingresos fundamentados principalmente en las
rentas que le producían los arrendamientos de los terrenos para hatos de las
antiguas Misiones del Caroní que el Gobierno Nacional había adjudicado al
Colegio para su usufructo.
Los catedráticos que el Colegio
requería no fue posible lograrlos en Caracas ni en otras partes del país. Los
académicos parecían temerles a una ciudad tan cerca de la selva y
consecuencialmente amenazada por zoonosis como el paludismo y la fiebre
amarilla, por lo cual hubo que echar mano de los recursos habidos entre los
vecinos de la misma ciudad.
De manera que el Colegio arrancó sin
Rector. Sólo con el catedrático de castellano, Andrés Eusebio Level de Goda,
hijo del primer Rector del Colegio de Cumaná, haciendo las veces de
Vicerrector, el catedrático de latinidad, Pbro. Rafael Cortés y 30 estudiantes.
El Colegio no tuvo Rector sino a partir de 1842 cuando el Gobierno logró
contratar al catedrático Elías de Valenzuela, quien inició el curso de
filosofía previsto para completar la secundaria.
Los estudiantes se dividían en dos
clases: alumnos, los internos y escolares, los externos. Los primeros pagaban
cien pesos anuales y los segundos no estaban obligados, pero podían contribuir
espontáneamente. En este Colegio de índole nacional se permitía la escuela
provincial de primaria letras, ya privada o dependiente de la municipalidad.
En 1846, Elías de Valenzuela se separa
de la Rectoría y el Colegio regresa a su status anterior hasta 1849 que recién
graduado de abogado, Ramón Isidro Montes, en la Universidad Central de
Venezuela, asume la dirección del Colegio, primero en calidad de Vicerrector y
luego como Rector titular (1850-1854). Bajo su rectoría se graduaron los
primeros bachilleres de filosofía y se crearon los cursos de Derecho, Medicina.
Creó asimismo la cátedra de Literatura y fundó una escuela primaria para
obreros y artesanos.
Cuando el explorador Francisco
Michelena y Rojas realizó su exploración oficial (1855-1859) hasta Bolivia
siguiendo el curso del Orinoco y del Amazonas, se detuvo en Angostura y
registró en su memoria esta impresión del colegio Federal de Guayana: “En
estos últimos años la educación pública ha mejorado bastante: existe un colegio
que contiene a la vez los tres grados de instrucción: elemental, secundaria y
científica; y habiendo vivido en él las veces que visité aquella ciudad, me
complazco en augurar que tal establecimiento como su rector (el Sr. Mantilla),
hacen honor a la lectura de medicina y cirugía, cuyo profesor, el Dr. Plazar,
generosamente, no solo renunciaba entonces a su estipendio, sino que dotó a la
clase que regentaba de su gabinete anatómico. El estudio de las ciencias
matemáticas, en todas sus partes, era también de nueva creación, bajo la
dirección del mismo rector Montilla y del S. Olegario Meneses”.
“Tan importante establecimiento, tiene
elementos para llegar al grado de perfeccionamiento deseado; pues tiene rentas
suficientes, con las fincas que posee, o más bien con el usufructo de los
terrenos baldíos de Upata, sobre los que están fundados todos los hatos de
ganados existentes en todo los que antes se denominaban “de las misiones”;
rentas asignadas por el general Bolívar, con ese sólo objeto, el de promover la
instrucción pública”.
Ciertamente, como dice Michelena, para
1859 era Rector del Colegio, Alejandro Mantilla. Para entonces ya el Congreso
Nacional, por decreto del 26 de marzo de 1852, había autorizado las Cátedras de
Derecho, Medicina, Ciencias Eclesiásticas, Matemáticas y Filología.
El Colegio percibía por concepto de
arrendamiento de las tierras de las Misiones, ubicadas al Este del Caroní,
Departamentos de Upata y Roscio, una renta relativamente importantes, la cual,
para el primero de febrero de 1881 cuando el Gobierno de Guzmán Blanco dispuso
su venta, se calculaba en un poco más de 24 mil bolívares.
Las tierras fueron adquiridas por los
propios ganaderos arrendatarios, a través de Antonio Liccioni, presidente de la
Compañía Minera de El Callao, quien pagó por ellas al Gobierno la cantidad de
600 mil bolívares en oro.
No hemos obtenido información de la
posición o reacción del Colegio Federal y la comunidad con relación a la venta
de las tierras misioneras que usufructuaba, pero si hubo disgusto por el
destino que el gobierno pudiera darle a ese dinero, quedó compensado con la
satisfacción que le produjo ese mismo año la elevación del establecimiento
educacional al rango de Colegio Federal de Primera Categoría.
El 16 de abril de 1896, el Congreso de
los Estado Unidos de Venezuela completaría la obra elevándo el Colegio Federal
de Primera Categoría a la jerarquía de Universidad y disponiendo 30 mil
bolívares para la reparación del edificio que se hallaba en muy malas
condiciones. El decreto legislativo del cual dio cuenta el diario El
Bolivarense el mismo día gracias a la velocidad del Telégrafo, entró en
vigencia el 5 de mayo cuando el Presidente Joaquín Crespo le estampó el
ejecútese.
El primer Rector que tuvo la
Universidad de Guayana fue el doctor José María Emázabal, descendiente de
Emeterio Emázabal, primer artista plástico que tuvo Ciudad Bolívar. Emázabal se
sostuvo hasta 1900 que el Presidente Cipriano Castro designó al Dr. S. Izaguirre,
nombramiento que fue elogiado en el periódico “La Restauración Liberal”
por el escritor Rufino Blanco Bombona, quien más tarde sería nombrado para
desgracia suya, Gobernador del Territorio Federal Amazonas.
Ese mismo año la institución perdió a
dos de sus más distinguidos catedráticos, Dr. Felipe Jorge Lebrun y Alejandro
Mantilla. El primero, miembro de la Facultad de Ciencias Médicas y catedrático
de Clínica ginecológica y obstetricia, y, el segundo, Rector en 1858.
La venta de las tierras misioneras
decretada por Guzmán Blanco, la vino a sufrir el Colegio Federal de Guayana en
septiembre de 1900 cuando el Presidente Cipriano Castro, urgido de dinero,
liquidó varias Universidades del país, entre ellas la de Guayana. Entonces el
Colegio bajó a segunda categoría bajo la protesta general de los bolivarenses y
del estudiantado que publicó y envió un manifiesto al Director de Instrucción
Pública, Félix Quintero.
Hasta entonces y desde el 12 de julio
de 1826, el Colegio había conferido 34 grados de bachilleres en medicina; 19
grados de bachiller en derecho; 9 en teología; 19 grados de doctor en Medicina;
16 grados en Derecho y 4 en Teología, según publica el diario El
Anunciador de la época. Estaban por graduarse siete jóvenes de doctor
en Derecho y cinco en medicina.
La presión de los bolivarenses a través
de cartas y manifiestos públicos logran que el Presidente Castro reconsidere su
decisión y por Decreto del 11 de marzo de 1901, dispone la reinstalación de las
clases de Ciencias Políticas y de Ciencias Médicas y abrir la Escuela de Minas.
Dicho Decreto establecía que los cursantes podían optar al título de Doctor en
el mismo Instituto o en cualquiera de las Universidades del país.
Fue un decreto salomónico que terminó
con la liquidación espontánea de la Universidad, pues muchos padres
prefirieron, después de cursado el bachillerato, enviar sus hijos a la
Universidad Central de Venezuela, dotada de mejores recursos profesionales y
técnicos. En definitiva, Cipriano Castro dictó otro decreto el 7 de noviembre
de 1904 privándolo de la facultad de conceder títulos universitarios. Reducido
a un Colegio de Secundaria, el 15 de abril de 1937, el Presidente Eleazar López
Contreras lo declaró oficialmente como tal con el nombre de Liceo Peñalver, en
memoria de don Fernando Peñalver, eximio patriota venezolano, oriundo de
Píritu, pero que jugó un rol importante en el Congreso de Angostura y en el
Correo del Orinoco.
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