martes, 9 de febrero de 2016

LA ELECTRCIDAD DE CIUDAD BOLÍVAR

El 22 de octubre de 1910, un grupo de empresarios bolivarenses fundó La Electricidad de Ciudad Bolívar y el 5 de julio de 1811, centenario de la Independencia, a las seis y media de la tarde, el gobernador Arístides Tellería, accionó el dispositivo que dejó iluminada la ciudad, al tiempo que la Banda oficial estrenaba en público el Himno del Estado, bajo una cálida atmósfera de regocijo y fuegos artificiales.

La luz eléctrica irradiando desde arcos voltaicos ponía fin a los tradicionales y románticos faroles alimentados con kerosene y aceite de tortuga, de los que aún pueden verse como enmohecidas reminiscencias, brazos de hierro forjado incrustados en algunas esquinas del casco urbano.
Aquella luz eléctrica  la generaba una maquina de vapor que utilizaba como combustible carbón antracita importado desde  Nueva York, vía Trinidad, por la C.A. La Electricidad de Ciudad Bolívar, constituida  el 22 de octubre del año anterior por iniciativa del ingeniero Abraham Tirado.
El primer presidente de la compañía fue don Vírgilio  Casalta, próspero comerciante de la ciudad y el más consecuente sostenedor de la empresa en sus momentos más críticos.
La que fue a su comienzo una empresa privada de puros empresarios guayaneses, lo sigue siendo no obstante las vicisitudes que dieron entrada al capital foráneo en 1954 y el cual quedó debilitado con la venezolanización  de 1977 que dio paso a una nueva dirección capitaneada en calidad de Gerente por el ingeniero Alberto Mancini, bajo cuya dirección La Electricidad incrementó su capacidad de servicio con una cobertura superior al 90 por ciento de la población. En 1990 cuando escribimos este reportaje, la C. A. Electricidad de Ciudad Bolívar había pasado a manos de Assa  Holding, el mismo grupo propietario de las empresas Aserca Airlines, Air  Aruba y Elebol. La junta directiva la presidía Simeón García seguido de Hermágoras Aguiar y Victor Casado, en calidad de vicepresidentes ejecutivos y Ernesto Ojeda fungiendo de asesor en materia organizacional.  Esta directiva emprendió cambios estructurales en la empresa, definió una nueva filosofía de negocios y fijó el norte hacia donde debe marchar Elebol.
La Ciudad Bolivar de 1911 que vio por primera vez y comenzó a experimentar los beneficios de la energía eléctrica, tenía apenas 15 mil habitantes, un Colegio Federal y dos escuelas estatales de primeras letras: una de niña y otra de varones, con presupuesto anual de 400 bolívares.
El Gobernador, al que entonces se  le decía Presidente, era el coreano y general gomecista, Aristides Telleria, y el Secretario de Gobierno Luis Grafe Calatrava.  Presidente de la Asamblea Legislativa, Manuel Acevedo, quien igualmente ostentaba la jerarquía de General y solo el médico y poeta,  J. M. Agosto Méndez, Presidente del Consejo Municipal, se distinguía como civil.
Era la ciudad de los faroles y de las famosas velas huecas de "superior estearina" considerada de mayor duración que las velas macizas, a juicio de su fabricante en Caracas E. Franklin.  Todavía no se conocían las lamparas Coleman de gasolina, pero abundaban las de carburo o acetileno.  Era la ciudad del cigarrillo “La Colombina” cuya cajetilla venía con la figura de un animal que  sorteado a final de mes podía pagar hasta cinco bolívares por cada animal premiado.  La ciudad atraída por el febrífugo que fabricaba Valentiner Beherens con plantas indígenas, indicado contra el paludismo y afecciones del bazo y el hígado.  La ciudad que conoció las píldoras tocológicas del Doctor Bolet, recomendadas para regenerar la sangre, tonificar el sistema nervioso y que expendían tanto la Botica “El Aguila” del empresario Guillermo Lange como la botica Orinoco de la Alameda.  La ciudad de Agostine & Mariani que vendía el vino Medoc; la de Alejandro Castro despachando buques desde su oficina en la calle Dalla Costa; la del barbero Boragina compitiendo con las tijeras de Antonio Lauro en su “Petit Trianon Barbería”.  La ciudad que leía a Victor Hugo, Dumas, Claretie, Sue Pierre Loti, pagando apenas dos reales por cada novela.  La de Boutissiere vendiendo fonógrafos y discos pathé; la de la colita Cardier; la de Blohm y Co. exportando cueros al igual que Acquetella y Boccardo en los vapores Delta, Apure, Alianza, Masparro y Arauca; la de Domingo Valery exportando balatá; la de Virgilio Casalta exportando caucho del Caura; la de Palazzi Hermanos, exportando plumas de garza y la de Tomassi, exportando oro fundido de El Callao.
Era la ciudad de Monseñor Antonio María Durán; la de los relojes Cyma y la del platero Domingo Farreras; la del abogado Alejandro Urbaneja, la del dentista Díaz Díaz y las de los cirujanos Blanco Ledezma y Carlos Emiliano Salom.  Era en fin la ciudad de los niños bien educados cuyos padres los mandaban a estudiar en la “Pamphylian High Scholl” de Trinidad de Petrock Alexis o en el Liceo Francés de Puerto España.
El Presupuesto del Gobierno Regional era de 36.256 bolívares al año.  El Presidente Tellería ganaba 1.500 bolívares y los diputados apenas tenían una dieta de 30 bolívares por cada reunión.  Sesionaban un mes al año.  La visita de un Gobernador a cualquier pueblo del interior como Guasipati, capital entonces del Territorio Federal Yuruari, significaba un acontecimiento festivo y más aun al retornar a la capital.  El sábado 14 de enero, por ejemplo, cuando Tellería regreso de la Sección Yuruary, hubo tres días de fiestas populares y el lunes por la noche en el Hotel Cyrnos del corso Mannoni se le ofreció un banquete con los siguientes platos franceses: Conssome aun tapioca, Hord d’oeuvres varies, Vol – au – vent á la Toulouse, Filet de Beoeut Mazagran, Asperges sauce mousseline, Dinde rothe y Saña de Petersbourgeoise, entre otras viandas por el mismo estilo.
La iniciativa de un sistema de alumbrado eléctrico para la capital guayanesa la tuvo el técnico español Manuel Rafael Benitez y creció a través de un proyecto que sometió a la consideración del Presidente del Estado, Arístides Telleria.  Éste, con manifiesto beneplácito e interés, lo introdujo sugiriendo su aprobación al Consejo Municipal y por incapacidad económica Benitez debió cederlo al ingeniero Abraham Tirado, quien en definitiva se erigió en el gran promotor de lo que es hoy la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar.
El contrato establecía la obligación de instalar en la capital una planta eléctrica moderna suficientemente capaz de producir el alumbrado público.  Asimismo quedaba obligado a suministrar las luces incandescentes y de arco para el alumbrado al precio de 6 bolívares mensuales para cada foco de la primera clase de 16 bujías de intensidad y 70 bolívares mensuales para cada luz de arco voltaico de 1200 bujías, todo durante once horas a contar desde las 6 pm hasta 5 am.  La primera reunión para la formación de la Compañía tuvo lugar el 9 de octubre de 1910 en la casa de habitación de don Virgilio Casalta con asistencia del Presidente del Estado Aristides Telleria, Fritz Kuhn, jefe de la Casa Blohm; Abraham Tirado, contratista de la empresa; José Acquatella, Pedro V. Echeverría, jefe de la Casa Boccardo; José Afanador, Virgilio Casalta, Andrés Pietrantoni, Guillermo Lange, Luis Machado Pedrique, Julio Tomassi, Pedro Liccioni, Guillermo Montes, Emilio Uncein, Domingo Valeri, Marcelo Chianelli, miembros todos del Comercio de la plaza, y los particulares Dr. Wenseslao Monserrate Hermoso, general J. M. Urbina, Mariano Medina, general Rafito Quero, general Gabriel Piñango, general Avelino García, Dr. Luis Alcalá Sucre, Hermanos Suegart, Dr. Bracho Albornoz y Juan Call, entre quienes fue suscrito integro el capital de la empresa.
El sábado 22 de octubre en la misma casa de habitación de don Virgilio Casalta (La Catorcera) que entonces quedaba entre las calles Dalla Costa y Amor Patrio, se instaló  la primera Asamblea General constitutiva de la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar.  La Directiva electa quedó  integrada por Virgilio Casalta como Presidente; Vicepresidente el Dr. Abraham Tirado (promotor de la empresa); Tesorero, Pedro Vicente Echeverría y el Dr. Wenceslao Monserrate Hermoso, como secretario.
Con domicilio en Ciudad Bolívar, la Compañía convino con la Municipalidad una duración de 50 años, pudiendo prorrogar este lapso de tiempo de acuerdo con la decisión de una asamblea general ordinaria.  El capital social se estatuyó en 280.000, 00 Bolívares dividido en acciones de Bs. 100 cada una y el cual quedó representado en 80.000 bolívares (800 acciones) reconocidas y adjudicadas al promotor doctor Abraham Tirado por su Contrato celebrado con el Consejo Municipal, estudios, trabajos técnicos y personal así como presupuestos y proyectos hechos hasta la constitución legal de la empresa.  los 200 mil bolívares restantes (2000 acciones) fueron suscritos en dinero efectivo.
El Gobierno de la Rehabilitación Nacional celebraba las grandes efemérides con programas de obras públicas y el 5 de julio de 1911, centenario de la Declaración de la Independencia debía ser sobresaliente, especialmente en el Estado Bolívar, entidad que tuvo papel protagónico en el proceso emancipador.
El 13 de junio de ese año el Presidente del Estado, general Aristides Tellería, emitió un Decreto por el cual declaraba festivo en la Capital del Estado los días 4, 5 y 6 de julio y dispuso celebraciones con un abultado programa de actos, entre ellos, la inauguración del servicio de Luz Eléctrica, estreno del Himno del Estado y la inauguración del Paseo 5 de julio y de la Plaza  Ascensión Farreras.
A las seis y treinta de la tarde del 5 de julio de 1911, en la Plaza Bolívar, el Presidente inauguró la Luz Eléctrica de la ciudad accionando el dispositivo que iluminó por primera vez el Cuadrilátero Histórico al tiempo que la Banda del Estado dirigida por Manuel Jaras Colmenares ejecutaba el Himno Patriótico de Guayana que igualmente también se dejaba escuchar por primera vez en público bajo una cálida atmósfera de regocijo y fuegos artificiales.
El Himno del Estado, con letra del poeta J. M. Agosto Méndez y música de Manuel Jaras Colmenares, fue el producto de un certamen decretado por el gobierno regional y ganado por el músico y el poeta en feliz combinación.  Así el Himno del Estado Bolívar y la Electricidad se estrenaron juntos.
La electricidad comenzó entonces a modificar aspectos vitales de la tradicional cultura bolivarense.  Hoy el hombre urbano, el hombre de la sociedad industrial, experimenta una existencia más productiva y confortable y ha hecho de la electricidad una necesidad de la cual le cuesta sustraerse.  La llegada de la energía eléctrica a Ciudad Bolívar fue punto de partida de la gran transformación socio – económica de la región y su importancia podemos medirla de manera asombrosa en la escala de la tecnología de sus Generadores, ayer movidos por la combustión del carbón antracita importado y hoy por las gigantescas y potentes turbinas hidráulicas que doman y transforman en caudales de energía y luz, las encabritadas aguas del Caroní que descienden del Roraima y el Cuquenan.


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