El 28 de
octubre de 1888 fue decretada la Academia Nacional de la Historia. La decana es la Academia Venezolana de la
Lengua, fundada en 1883. Las otras son:
la Academia Nacional de Medicina (1904), la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales (1915), la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
(1971) y la Academia de Ciencias Económicas (1983).
A cinco años y nueve meses de haberse creado la Academia
Venezolana de la Lengua, el presidente de los Estados Unidos de
Venezuela, doctor Juan Pablo Rojas Paúl, decretó “una corporación de carácter
literario” con el nombre de “Academia Nacional de la Historia”, la
cual constaba de quince vocales de número que fueron nombrados la primera vez
por el Presidente de la República y, en lo sucesivo, para llenar las vacantes
absolutas, por la misma Academia.
Este decreto de carácter orgánico, dado en el Palacio Federal
de Caracas, el 28 de octubre de 1888, se mantiene vigente y establece como
obligaciones de la Academia: Coleccionar
para su Biblioteca, impresos y manuscritos sobre Historia; formar un Monetario;
adquirir y formar colecciones de toda clase de objetos que puedan calificarse
como monumentos históricos; examinar y juzgar los textos de enseñanza sobre
historia, sin cuyo requisito no podrán ser adoptados por el gobierno; examinar
y juzgar las obras de Historia que le Gobierno se proponga imprimir a costa del
Tesoro público; trabajar pro aclarar los puntos difíciles o dudosos sobre la
Historia de América, desde los principios más remotos hasta la época presente,
y en especial lo que se refiere a Venezuela; fomentar los estudios de este
género de literatura por medio de certámenes, conferencias públicas, o de
cualquier otra manera adecuada; abrir y sostener correspondencia con Academias
de Historia de Venezuela en todas la diversas manifestaciones de la actividad
pública, a cuyo efecto empezará a formar los anales patrios a contar desde la
fecha de su instalación; y dictar, en suma, todas las disposiciones que
considere útiles para el mejor desempeño del alto cargo que se le confía.
Establece el decreto que para ser Académico de la Historia es
necesario haber escrito y publicado alguna obra de Historia, o haber
desempeñado alguna cátedra de esta ciencia, o haber alcanzado, con justicia,
reputación de hombre de letras. A
renglón seguido, en su artículo cuarto, facultad a la Academia para nombrar Socios
Correspondientes en las capitales de los Estados y en el extranjero,
procurando que la elección recaiga en personas idóneas.
Al año siguiente (4 de junio) este Decreto fue complementado
con una Resolución, por medio de la cual se aumentaba a 20 números de miembros
y 4 meses después (15 de noviembre) se fijó definitivamente en 24
los individuos de número. Cada sillón se
signó con una de las letras del alfabeto, vale decir de la A hasta la Z,
excepto las letras U, RR y W.
Los 24 primeros miembros integrantes se consideran los
fundadores de la institución. Ellos
fueron: su primer Director, el Presidente de la República (1888-1890), doctor
Juan Pablo Rojas Paúl, quien falleció el 22 de julio de 1905. Desde entonces el sillón “A” que le
correspondía, permanece vacío significando de esta manera su inemulable mérito
como miembro de la Academia.
Vicente Coronado (sillón letra B), murió el 13 de marzo de
1896; José de Briceño (sillón letra C), murió el 15 de agosto de 1890; Julio
Viso (sillón letra D), fallecido el 20 de julio de 1900; Ezequiel María
González (sillón letra E), fallecido de 1912; Martín J. Sanabria (sillón letra
G), fallecido el 11 de abril de 1904; Jacinto Regino Pachano (sillón letra H),
murió el 17 de Julio de 1903; Amenodoro Urdaneta (sillón letra I), murió el 3
de enero de 1905; Jacinto Gutiérrez Coll Coll (sillón letra J), murió el 24 de
junio de 1901; J. Núñez Cáceres (sillón letra K), falleció el 19 de noviembre
de 1911; Diego A. Arrieta (sillón L) fallecido el 7 de agosto de 1897; Francisco
González Guinán (sillón letra Ll), fallecido el 7 de diciembre de 1932; Andrés
A. Level (sillón letra M), fallecido el 30 de marzo de 1893; Andrés A. Silva
(sillón letra N) fallecido el 8 de diciembre de 1894; Rafael Seijas (sillón
letra O) murió el 4 de septiembre de 1900; Telasco A. Mac Pherson, (sillón
letra P), murió en septiembre de 1896; Marco Antonio Saluzzo (sillón letra Q),
murió el 20 de diciembre de 1912; Teófilo Rodríguez, (sillón letra R), murió el
8 de diciembre de 1915; Eduardo Blanco (sillón letra S) murió el 13 de enero de
1912; Felipe Tejera (sillón letra T), fallecido el 10 de julio de 1924; Luis Level de Goda (sillón letra V),
fallecido en Trinidad el 27 de marzo de 1899; Antonio Parejo (sillón letra X) fallecido el 15 de febrero
de 1900; Raimundo Andueza Palacio, Presidente de la República 1890-1892 (sillón
letra Y), fallecido el 17 de agosto de 1900 y Pedro Arismendi Brito (sillón
letra Z), fallecido el primero de febrero de 1914.
En el curso de estos 106 años, la Academia Nacional de la
Historia ha tenido como Directores a los doctores Juan Pablo Rojas Paúl
(Honorario); Dr. Vicente Coronado; General Jacinto R. Pachano (en tres
período); doctor Marco Antonio Saluzzo; don Martín J. Sanabria; Dr. Jesús Muñoz
Tébar; Don Eduardo Blanco; Dr. Rafael Villavicencio (reelecto), Dr. Felipe
Tejera (cuatro períodos seguidos), Dr. Francisco Gonzáles Guinán (Director
accidental), Don Laureano Vallenilla Lanz, Dr. Pedro Manuel Arcaya (reelecto),
Dr. José Santiago Rodríguez (tres períodos), Dr. Cristóbal Mendoza (diez
períodos), Dr. Pedro Manuel Arcaya, Mons. Dr. Nicolás E. Navarro (tres
períodos), Dr. Antonio Alamo (tres períodos), Dr. Héctor Parra Márquez (tres
períodos), Dr. Blas Bruni Celli (tres períodos), Dr. Carlos Felice Cardot (dos
períodos) doctor Guillermo Morón (cuatro períodos), acompañado en el bienio
1991-1993 por el Dr. Mario Briceño Perozo, en calidad de Vice- Director;
coronel Tomás Pérez Tenreiro, Segundo Director; Lic. Marianela Ponce, Secretaria y Dra. Ermila de
Veracoechea, Bibliotecario- Archivero.
Cada cinco años la Academia determina el número de Socios
correspondientes por cada Estado de la República, tomando en cuenta la
población de cada entidad federal así como el grado de desarrollo de los
estudios, publicaciones e investigaciones históricas que se estén realizando.
Desde su fundación han pasado por allí representando al
Estado Bolívar, en el siguiente orden: José Angel Ruiz (Presidente del Estado
1890-92 y prominente médico), Andrés de Jesús Montes ( fundador del diario que tuvo Guayana: El
Boletín Comercial 1865), Luis Aristiguieta Grillet, revolucionario mochista
hijo de Miguel Isaías Aristeguieta, primer fotógrafo que tuvo Guayana),
Bartolomé Tavera Acosta (autor de los Anales de Guayana), Luis Felipe Vargas Pizarro
(autor de una Biografía sobre Juan Bautista Dalla- Costa), J. M. agosto Méndez
(Autor de la Historia de la Medicina en Guayana), Ernesto Sifontes (Cronista de
Ciudad Bolívar y Observador Hidrográfico del Orinoco), Juan Manuel Sucre
(pariente del Gran Mariscal de Ayacucho y fundador del diario El Orden,
1869-70), Adán Blanco Ledezma (cronista de Ciudad Bolívar y autor de
“Hablillas, Tópicos y Semblanzas”), Héctor Núñez Santodomingo (profesor de
Historia y Literatura, autor de “Rasgos Biográficos de Juan Bautista Dalla-
Costa” y “Asesinato de Heres”), Eduardo Oxford López (periodista y literato,
autor de “Apuntes para una Geografía Económica de Guayana, 1948); José
Francisco Miranda (Autor de Misceláneas Guayanesas); Horacio Cabrera Sifontes
(autor de 12 libros-1983); René Silva Idrogo (autor de 6 libos) y Américo
Fernández (autor de 15 libros). Los dos últimos ingresaron el 24 de junio de
1994.
Bolivarenses en representación de otros Estados: Constantino
Maradei Donato (Anzoátegui), Santo
Rodulfo Cortés (Miranda), Eleazar Alcalá de Armas (Aragua) y Mercedes Bermúdez
de Belloso (Zulia). Manuel Alfredo
Rodríguez fue miembro de número desde el 26 de septiembre de 1991 al 2003
cuando falleció.
La Academia Nacional de la Historia es la única institución
del país que desde el día de su instalación (8 de noviembre de 1889), no ha
dejado de reunirse. Se reúne el jueves de cada semana. Sin previa convocatoria,
como un rito, siempre hay reunión válida de la Junta General. Ello tal vez se
debe, a que el quórum ha sido establecido con siete de los 24 Individuos de
Número que la conforman.
Aparte de la inexcusable asiduidad y puntualidad de la
reunión de Junta, es importante destacar la laboriosidad del gobierno de la
Academia el cual está en manos de la Junta Directiva que dura dos años en sus
funciones.
Esta desde la primera
vez que se instaló, 8 de noviembre de 1889, no cesa en su trabajo permanente,
traducido en vasta actividad de publicación, iniciada con la divulgación de los
12 tomos de los Documentos para los Anales de Venezuela, los 24 tomos del
Archivo de Miranda y la Historia de Fray Pedro Aguado (1581).
Desde 1958, la Biblioteca de la Academia ha venido publicando
la Serie
del Sesquicentenario de la Independencia, Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela, con más de 100 títulos; Serie Republicana, Serie Estudios,
Monografías y Ensayos y la popular serie “El Libro Menor”.
La Academia, además, ha celebrado cinco Congresos para
estudiar orgánicamente la Historia Colonial Venezolana y Americana, 2 Congresos sobre la
Emancipación y otro sobre el Bicentenario del Libertador.
Con sede en la antigua sede de la Universidad Central de
Venezuela, transformada en Palacio de las Academias, la institución cuenta con
una Biblioteca de más de 100.000 piezas en la cual destaca su rica folletería
del siglo pasado y con un valioso Archivo provisto de equipos modernos para la
conservación, y microfilmes de documentos antiguos relacionados con Venezuela y
América, donde quiera que éstos se encuentren sea posible transferirlo a su
repositorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario