domingo, 3 de enero de 2016

LAS CASAS DE BARRO QUE YA NADIE QUIERE


El proceso petrolero del país millonario, ha negado los valores de nuestra cultura y lo que es más grave todavía, Sanidad llegó a prohibir las casas de barro y las tenía o las tiene como infames.

            Fruto Vivas, Premio Nacional de Arquitectura, proyectista del Hotel “La Cumbre” de Ciudad Bolívar, ha calificado de feroz la lucha que se ha tenido para demostrar que el barro debe volver al hombre como lo fue siempre y que este material de nuestra vivienda tradicional no es de ningún el responsable del chipo portador del tripanosoma cruxi, ni del problema sanitario que pretende atribuírsele.
            “Del barro venimos y hacía el barro vamos”.  Todas las culturas del mundo en esencia están ligadas al barro.  Todas han pasado por el barro.  Conocemos la cultura humana a través del barro y cuando vamos a los museos y nos encontramos con las piezas que tienen que ver con la historia de los pueblos vemos y sentimos su presencia.
            Pero no sólo el barro está ligado a la cultura humana.  Fruto Vivas, premio nacional de arquitectura, viene desde hace tiempo insistiendo en su utilidad e importancia fuera de esa dimensión y cita el caso de algunos insectos y aves como el Pájaro Hornero de las regiones del Sur.  Este pintoresco miembro de la ingente fauna avícola, utiliza el barro para construir su lugar de estar que finalmente transforma en un nido que no es más que una incubadora solar, pues una vez que pone huevos es el barro y el sol que hacen el trabajo de incubación de sus pichones.  Esto da referencia de la importancia cultural del barro en otro ambiente distinto al del hombre.  Además existe un sin número de insectos como el caso de una especie de avispa que ronda por nuestras casas y que se ubica en un nido de barro que trabaja con máxima eficiencia.
            Es decir, cuando el material ha sido llevado no sólo al punto de su utilización sino que su estructura y otros elementos se han dispuesto en forma tal para lograr la máxima expresión.  Esta es una consideración muy importante así como la de entender y utilizar al barro como un elemento vivo.  Esa condición biomaterial y bionatural es una cuestión trascendental para racionalizar el por qué en toda Africa, Sur de la India, zona meridional de España, en toda la cultura árabe, asiática y americana está presente.
            Este tipo de viviendas se da en zonas de máxima insolación y ello debe, precisamente, por esa cualidad de interrelación del barro con lo biológico.  Cuando el hombre inventa el cemento y lo transforma en concreto y ve que se agrieta, procura su estabilidad reformándolo, haciéndolo coexistir con la cabilla.  En cambio, en el barro nos encontramos con un material de reforzamiento que no es la cabilla sino de naturaleza biológica que le imprime aún cualidades más apropiadas para la vida.  Cuando vamos por el campo y encontramos casas de bahareque cuartadas, decimos que no saben usar el barro sin reparar que el proceso de aculturación que hemos tenido es tan grande que prácticamente ha hecho desaparecer la sabia técnica de nuestros abuelos.  Las generaciones de hoy a las cuales se les está haciendo cada vez más difícil la vivienda, quieren o están volviendo al barro, pero no conservaron la técnica, la forma maravillosa como sus antepasados lograban el bahareque y de allí el porqué las paredes de muchas viviendas que están apareciendo se ven cuarteadas, agrietadas, resquebrajadas.  Muy distintas a las paredes de barro de Aroa y Paraguaná, perfectas y de una calidad técnica única.
            No hay ningún material inventado por el hombre todavía que supere las características extraordinarias del barro lo cual es importante a nivel de distinción tecnológica, con otro agravante a favor del barro que siendo un material de altísima calidad, está al alcance de todos.
            Se nos pregunta entonces, ¿por qué en nuestros países todas las culturas del barro lo dejaron a un lado para magnificar en su lugar al bloque y al zinc? Para el arquitecto Fruto Vivas, autor del libro “”Reflexiones para un mundo mejor”, esto es una incógnita aún no despejada.  Pero bastaría meterse en cualquier casa vieja del Casco Histórico de Ciudad Bolívar a las tres de la tarde, cuando el Sol está en su máxima fuerza y tocar las paredes inferiores para darse cuenta de lo frescas que son, de una frescura que no se da con las paredes de bloques.  Llega la media noche y aún las paredes de bloques continúan irradiando el calor de las tres de la tarde.
            El vocablo biotérmico denota las condiciones térmicas de este material del cual según la Biblia está hecho el hombre.  Tiene que ver con la capacidad de respuesta en razón de contenido en el mismo.  Material biológico que puede ser paja como en Venezuela o estiércol de vaca, camellos o chivo como en Japón, China y la India, depende del lugar.
            El estiércol tiene su razón de ser y es porque estos animales son herbívoros y al digerir el pasto expulsan la celulosa que además de ser un tubito capilar por donde pasa agua, es un material imputrecible, clave en la elaboración del barro.
            Los tubos capilares tienen la propiedad de absorber la humedad y expulsarla con el calor y en ese juego de absorber y expulsar la humedad está la explicación de esa frescura imposible de lograr con otro material químico  como el polietileno carente de esos tubitos micrométricos que funcionan bajo la conocida ley física de presión osmósica.
            Es una cualidad que tienen los tubos capilares y la cual le permite a los árboles crecer.  Gracias a esa presión de osmosis, un árbol es capaz de tumbar una casa. La  fuerza que tiene una raíz es como la de un gato hidráulico.  Esa cualidad del barro va hacer que el hombre fabrique el primer material biológico relacionado con la osmosis.
            Pues bien, se evapora el agua y al evaporarse se produce unas condiciones extraordinarias de baja temperatura.  Gracias a ese fenómeno existen las neveras.
            Por lo que se está viendo en países de tecnología avanzada como los Estados Unidos y Francia, hay como un retorno al barro.  Pero no por barato ni por folclórico o porque se quiere mucho al pueblo o se siente nostalgia por el pasado, sino porque el barro es una maravilla.
            En Africa prácticamente todo el mundo construye hoy sus casa de barro, una porque no ha habido un desarrollo económico que haya podido borrar la cultura del barro y segundo, porque para una gente humilde el material más a la mano es el barro y teniéndolo a mano no va a ser tan estúpida para escoger un material que le cuesta mucho dinero y de tecnología igualmente costosa.
            En América una de las culturas que desarrolló el barro a los niveles más extraordinarios es la zona desértica del Perú.  En las huacas peruanas se encuentran monumentos extraordinarios de barro.  Huacas de tres mil años que no han sido dañadas por el tiempo.
            Cuando vemos la cultura venezolana del barro en la zona más hermosa de Venezuela que es Paraguaná, donde llueve poco, encontramos casa impregnadas de barro de alta calidad, prácticamente sin ventanas, sin puertas, con una gran viga interna simplemente porque el viento allí es fuerte y constante.  Esas viviendas de unas condiciones térmicas únicas han resistido por siempre el impacto de la brisa y nos vuelve tristes cuando vemos a la gente viviendo en casas de bloques con techo de zinc comparativamente más costosas, menos perdurables y calurosas tanto de día como de noche.
            Cuando los españoles llegaron, ya en esas zonas de Paraguaná y Coro los indígenas dominaban la técnica del barro magistralmente, de manera que se produjo una simbiosis que explican esas casas hermosas de la arquitectura popular coreana que tiene mucho de la cultura del Norte de Africa por una razón sencilla y es que cuando los españoles llegaron al América  se estaba acabando una ocupación de siete siglos de los Moros en España.  España era un país ocupado por la cultura del barro y es esa la felicidad que nos permite a nosotros que el barro llegue a América sin ningún cumplido porque los árabes dominaban el barro y entonces esa alianza mestiza que se va a dar en el color nuestro se dará también en el barro de nuestras viviendas.
            Y en las viviendas mestizas de Coro podemos ver palacetes bellísimos que se hicieron en el mundo en 1600 y 1700.  Esos mismos palacetes los encontramos en la zona colonial de Paraguaná con la particularidad de que la arquitectura coreana es prácticamente árabe ligada íntimamente a lo que fue la cultura  de la costa que son muros blancos, pocas ventanas y grandes patios inferiores.
            La cultura del barro ha estado imbricada en la naturaleza y de allí que la madera a excepción de las zonas desérticas, esté siempre presente.  La madera aparece permanentemente en la cultura del barro. Por eso las casas de Guayana tienen madera y muros de calicanto, porque se hallan imbricadas en una zona selvática donde la piedra y la madera están al alcance inmediato.  En las zonas desérticas del Norte de Africa o en las del Perú y Paraguaná predomina el cardón como elemento propio de esa naturaleza así como el bambú se ve en la zona del Arauca y del Apure donde la vivienda además es de una característica particular extraordinaria:  vivienda doble (dos plantas) para dos tiempos de vida, invierno y verano.
            En fin, el barro por todo lo dicho ha sido un bien único y maravilloso de la naturaleza que la sociedad industrial y petrolera ha menospreciado por la feliz realidad de que el barro es un hecho eminentemente cultural y ancestral, jamás un hecho mercantil.

            Antes de la llegada del petróleo en Venezuela todo el mundo sabía hacer barro no sólo para la vivienda sino para los utensilios domésticos.  La construcción de una vivienda tenía sus leyes, leyes que perdimos, leyes para la altura de las varas, para la distancia entre una vara y otra, para el terremoto, para la dirección en que se mueve la tierra con relación al viento, para cortar la madera y preservarla del comején.  Todas esas leyes se perdieron y ahora la necesidad nos lo reclama.

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