Decano de los liceos oficiales del Estado Bolívar y heredero del
antiguo Colegio Federal de Guayana
El vocablo Liceo es de origen griego
y se aplicaba a los jardines o gimnasios ubicados en las afueras de Atenas,
contiguos al templo de Apolo, donde se reunían los filósofos para enseñar y
discutir sus ideas y que por venir la cultura occidental de la antigua Grecia,
vino también ligado a ella el nombre que ha tenido su arraigo en
establecimientos de enseñanza media de paises como Francia, Chile y Venezuela.
En el Estado Bolívar aparece por primer vez
la figura con el Liceo Guayana, nivel de la educación privada con el maestro
Narciso Fragachán. Luego surgió el
Liceo
Bolívar dirigido por María Antonia Lanz de García, el primero exclusivo
para varones y para señoritas el segundo.
Ya el sistema de educación decimonónico que impedía reunir en una misma
aula y en una misma escuela a hembras y varones, se había roto en el Colegio
Federal de Varones a mediados de los
años veinte. Esto permitió que Alida
Isaura Gambús, quien después ser profesora del Peñalver, se graduara de
bachiller en filosofía el 15 de julio de 1930 y pasara a ser la primera
guayanesa graduada en el Colegio Federal de Varones, seguida inmediatamente de
Inés Elvira y Adita Figarella. Entonces
el graduando debía someterse a rigurosa prueba ante un jurado que en el caso de
Alida, quien después se togaría de farmacéutica en la Universidad Central de
Venezuela, estuvo integrado por los
doctores Oscar Luis Perfetti, J. M. Agosto Méndez, Carlos Emiliano Salom, Juan
Pablo Carranza y Ernesto Sifontes.
El Presidente del entonces Estados Unidos
de Venezuela, Eleazar López Contreras, dispuso por decreto del 14 de septiembre
de 1937, darle al Colegio Federal de Ciudad Bolívar, el nombre de "Liceo
Peñalver" en memoria de don Fernando Peñalver, eximio patriota
venezolano, oriundo de Píritu, Estado Anzoátegui. Amigo entrañable del Libertador, uno de sus
más directos consejeros, sobremanera cuando el Jefe Supremo decidió convocar al
Congreso de Angostura. Entonces formó
parte de la Comisión
Especial que redactó el proyecto de Reglamento para la
convocatoria de esa asamblea constituyente de la cual llegó a ser
Vicepresidente en su condición de diputado, primero por la provincia de Guayana
y después por la de Cumaná. Fue él quien
gestionó en Trinidad la adquisición de la Prensa donde se editó el Coreo del Orinoco,
semanario en el cual también colaboró mientras vivió en Angostura. Fernando Peñalver fue Intendente General del
Ejército y hablaba, además de su idioma, el inglés y el francés. De suerte que no podía ser mejor la
escogencia de su nombre para bautizar el primer liceo oficial que se
creaba al Sur del país. En 1937 cuando el Colegio Federal pasó a ser
Liceo Peñalver, había en Venezuela 28 liceos oficiales y 20 privados.
El Liceo Peñalver tuvo un nacimiento feliz,
pues nació nada menos que en la Casa donde se reunió el segundo Congreso de
Venezuela o Congreso de Angostura.
En ese inmueble noble y señorial, de patios, fuentes, jardines, árboles
exóticos como el Bálsamo del Perú (de Tolú, según Aisteguitea) y altos
ventanales, el Liceo Peñalver comenzó su vida dejando atrás una importante
etapa de la educación provincial que se había iniciado en 1840 con la
instalación del Colegio Nacional de Guayana.
La Constitución Centro Federal de 1830,
después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia, asignaba al gobierno nacional la promoción de
la educación en Colegios y Universidades y al Gobierno provincial, la
instrucción primaria, de la cual éste nunca se hizo cargo sino que la delegó
totalmente al Municipio. Esto, por
cierto, provocó un abandono de la instrucción elemental por disponer casi nunca
los municipios de rentas para el sostenimiento de los planteles.
En el caso de
Guayana, tocó a Juan Bautista Dalla Costa hacer un esfuerzo por aliviar al
Municipio de esta pesada carga, disponiendo el 20 de julio de 1867, la creación
con las rentas del Estado de Escuelas Primarias en los Distritos. Este esfuerzo adelantado de Dalla Costa se
vio colmado cuando el 27 de junio de 1870, el Gobierno de Antonio Guzmán Blanco
universaliza la educación primaria en forma gratuita y obligatoria, lo cual
vino a consagrarlo históricamente como creador de la Escuela Pública Nacional.
En cuanto a los Colegios Nacionales, estos
pudieron sostenerse porque desde el mismo momento de su creación se les
asignó como ingresos los derivados por concepto de arrendamiento a particulares
de los bienes de los Conventos extinguidos, más el auxilio de un subsidio del
gobierno central.
Así el Colegio Nacional de Guayana,
fundamentado sobre los bienes de las Misiones del Caroní, pudo instalarse el 24
de junio de 1840, con 30 alumnos y dos cátedras: la de latín dictada por el
Presbítero Rafael Cortés y la de castellano a cargo del Vicerrector Andrés
Eusebio Level. Ambas con una duración de
año y medio antes de ingresar al curso de filosofía, el cual se estableció en
1842 bajo la rectoría de Elías Valenzuela.
Entonces no existía como hoy el Ministerio de Educación sino la
Dirección General de Instrucción Pública bajo la titularidad del doctor José
María Vargas, creada el 7 de julio de 1838 para sacar el ramo de la educación
del ámbito del Ministerio de Interiores y Justicia.
El Ministerio de Educación o de Instrucción
Pública como se denominó originalmente, fue creado el 23 de mayo de 1882 por el
Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco, después de andar el ramo de
la Educación errando como simple dependencia ministeral, ya del Ministerio de
Interiores y Justicia como del Ministerio de Relaciones Exteriores y hasta del
Ministerio de Fomento.
El Colegio Nacional de Guayana comenzó a
fortalecerse y a adquirir importancia a partir del Decreto del 26 de marzo de
1852 del Congreso Nacional, por medio del cual se creaban las clases de
jurisprudencia y en septiembre del mismo año la de Medicina, Ciencias
Eclesiásticas, Matemáticas y Filosofía.
De manera que el estudiante podía
obtener el grado de bachiller en cualquiera de esas ciencias.
El 24 de julio de 1880, el Presidente de la
República Antonio Guzmán Blanco dispuso elevar al Colegio de Guayana a rango de
Primer Orden y en septiembre del año
siguiente lo confirmó como de Primera Categoría, es decir que quienes
culminaran el bachillerato en cualquiera de las ciencias podían continuar allí
mismo sus estudios a nivel superior hasta doctorarse.
El 16 de abril
de 1896, el Gobierno del general Joaquín Crespo
elevó el Colegio Nacional de Guayana a la categoría de Universidad. Para 1900, la Universidad de Guayana había conferido 19 grados de doctor en medicina; 16 grados de doctor en derecho y 4 de doctor
en Teología. Fue precisamente en el año
de este balance cuando el entonces Presidente de la República Cipriano Castro,
urgido de dinero, liquidó varias universidades del país, entre ellas la de
Guayana. Entonces el Colegio bajó a
segunda categoría bajo la protesta general de los bolivarenses y del
estudiantado que publicó un manifiesto dirigido al entonces Ministro de
Instrucción Pública, Dr. Félix Quintero.
La presión de los bolivarenses a través de
cartas y manifiestos, logró que el Presidente Castro reconsiderara la medida y por Decreto del 11 de marzo de
1901, dispuso la reinstalación de las clases de Ciencias políticas y Ciencias
Médicas y abrir una Escuela de Minas.
Dicho decreto establecía que los cursantes podían optar al título de
Doctor en el mismo instituto o en cualquiera de las universidades del País.
Fue un Decreto para salir del paso y que
terminaría al final con la liquidación espontánea de la Universidad de Guayana,
pues muchos padres prefirieron luego de cursado el bachillerato, enviar sus
hijos a la Universidad Central de Venezuela, dotada de mejores recursos
profesionales y técnicos.
La Universidad de Guayana, estrechada
siempre por dificultades de todo género, fue mermando hasta quedar en la
práctica convertida en un Colegio de Secundaria. De allí que el 14 de septiembre de 1937, el
Presidente Eleazar López Contreras lo haya declarado Liceo Peñalver.
La política educacional de López Contreras,
elogiada más tarde por Rómulo Gallegos, partió de una base bien cimentada entre
1908 y 1935, tiempo del General Juan Vicente Gómez, pues durante ese tiempo los
esfuerzos, muy especialmente del Ministro Samuel Darío Maldonado, estuvieron
dirigidos a la organización de las Escuelas graduadas, a la conformación
definitiva de la educación secundaria y a la uniformidad del régimen de
estudio, todo lo cual perfila la estructura actual del sistema educativo
venezolano, perfeccionada en 1948 con la Ley Orgánica de Educación propugnada
por el entonces Ministro Luis Beltrán Prieto Figueroa y la cual fue objeto en
1980 de una reforma integral que precisa las directrices del sistema.
Todos estos
cambios de la educación venezolana de alguna manera se dejaron sentir en
Guayana y si alguna falla tuvo fue en la construcción de edificaciones
adecuadas. Tocó al Gobierno de Isaias
Medina Angarita darle pábulo a una política de edificaciones escolares modernas
que en el Estado Bolívar tiene su mejor representación en el Grupo
Escolar Estado Mérida, levantado en la zona oriental del Casco
Histórico, donde hasta la crecida del 1943 existió el foco de prostitución
llamado la Ciudad Perdida, recaladero de toda la marinería de los barcos
que llegaban y zarpaban de los puertos del Orinoco.
El edificio, actual sede del Liceo
Peñalver, se levantó en el período gubernamental de Marcos Pérez
Jiménez, siendo Gobernador del Estado el doctor Eudoro Sánchez Lanz y para
complementar la ornamentación exterior de la edificación se construyó la Plaza
Maturín con un espejo de agua y abarcando el Obelisco levantado a fines del
siglo diecinueve para conmemorar el 27 de abril de 1870, fecha en la que el
general Antonio Guzmán Blanco inició la recuperación del Poder arrebatado por
la Revolución de los Azules al líder de la Guerra Federal, Juan Crisóstomo
Falcón. Pero ha sido, sin duda, durante
la vigente etapa democrática que la educación de manera integral, ha
experimentado su mayor impulso, aún cuando debido a la masificación se ha
puesto en entredicho su calidad y excelencia.
Es innegable la excelencia de la educación
que se impartió en el pasado en los Colegios públicos y privados de
Guayana. La del Colegio Nacional dejó
huellas imborrables. De allí egresaron numerosos
profesionales que le dieron lustre a la ciudad.
Del Colegio Nacional de Guayana que llegó a abrigar los tres niveles de
la educación: primaria, secundaria y superior, salieron personalidades de
renombre como los doctores en medicina José Tadeo Ochoa, Eduardo Oxford, Juan de Dios Holmquist, Félix
Rafael Páez, Luis Felipe Vargas
Pizarro, José Manuel Agosto Méndez, J. M. García Parra, Carlos Emiliano Salom, Oscar Luis Perfetti, Diego Adán Blanco Ledesma, Manuel Felipe Flores y doctores en Ciencias
Políticas como Wenceslao Monserate Hermoso, Antonio Gacía Romero, Luis Natera Ricci, Lino Level Duarte, Antonio María Delgado,
Francisco D' Enjoy, José Gabriel Machado, José Eugenio Sánchez Afanador y Luis
Alcalá Sucre, quien era sobrino segundo del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio
José de Sucre.
El Bachillerato en Guayana ya es
sesquicentenario si contamos desde 1848 que se abrieron los cursos de filosofía
que tuvo en agosto de 1850 su primer fruto académico con el joven Francisco
Díaz.
El Liceo Peñalver, heredero legítimo del
Colegio de Guayana o Colegio Federal de Varones que modeló conciencias y forjó
hombres que le dieron lustre a Venezuela, nació ungido y uncido a ese monumento histórico de la ciudad que es
la Casa del Congreso de Angostura. Pero
siempre se previó que ese inmueble debía restaurarse para convertirlo en un
Museo de sitio por lo que al Liceo Peñalver hubo que construirle edificio
propio y moderno y así fue levantado en la periferia del Casco Histórico, en el
sitio denominado Las Tinas, por donde no ha mucho corría silenciosa el agua de
los Morichales. Pero hoy el edificio, rodeado de arboles añejos resulta estrecho para una
población estudiantil que pasa del millar.
A lo largo de los años que lleva el antiguo
Colegio Federal de Varones con el nombre de Liceo Peñalver, han pasado por su
dirección: doctor Oscar Luis Perfetti, Dr. Carlos Emiliano Salom, Dr. J. M. Agosto Méndez, Dr. Adán Blanco Ledezma, Delfín Perozo de Lima, Mariano Crespo Ramiro, Dr. Mario Briceño
Perozo, quien fue Director del Archivo General de la Nación y de la Academia
Nacional de la Historia; Br. Ramón Antonio Pérez, José Angel Machín, Francisco Castrillo, Alberto Heredia Piñerúa,
Manuel Medrano, Marcos Peña Bouchard,
Elías Pérez Benitez, José Antonio
Abatti Acosta, David Rodríguez Navarro,
Rafael Chuecos, Pedro Rafael Bucarito,
Gladys Luzardo, Rafael Ricci Call, Horacio Urbaez Hernández, Gladys Rojas, Raúl
León, Marisela de Basanta y profesora Zuleika Ferreira de Cabeza, acompañada en
la subdirección de los profesores Rosilberto Alí Betancourt y Lourdes López.
Su primer plantel de profesores lo
integraron Oscar Luis Perfetti en calidad de Director, Carlos Emiliano Salom,
como subdirector, Dr. J. M. Agosto Méndez,
Dr. Ricardo Archila, Dr. Juan A.
Montes Avila, Dr. Lino Maradei, Dr. José Miguel Gómez Rangel, Dra. Alida Gambus, Dr. Fermín Bello Dalla
Costa, Dr. Vicente Maniglia, Br. Ernesto
Sifontes, Padre Rafael García Villasmil,
Dr. Brigido Natera Ricci, Br. Ramón
Antonio Pérez y Br. Felipe Hernández.
El Liceo Peñalver no graduó promociones de
cinco años de estudios hasta 1956 cuando así fue establecido, toda vez que
hasta 1942 el bachillerato sólo duraba tres años. A partir de 1973, por Decreto del entonces
Presidente Rafael Caldera, se produce un
cambio en la estructura docente administrativa consistente en lo que se llamó
Ciclo Básico durante los tres primeros años y "Ciclo Diversificado"
los dos últimos años referidos a Ciencias, Comercio y Humanidades.
Sobre esa reforma estructural a nivel
nacional, el Liceo Peñalver comenzó a funcionar con las Menciones Ciencias y
Comercio. En 1977 se le asigna al
plantel la mención Asistencial. El área
de Comercio permaneció en el Plantel hasta 1976 que fue referida al Instituto
Dalla Costa, luego fue suprimida la mención asistencial, quedando el Liceo en
la situación actual, circunscrito a
Ciencias.
Después de este recorrido por los caminos
de la educación en Guayana, especialmente en Ciudad Bolívar, para dejar
constancia del esfuerzo y la pasión magisterial, nos queda al final la
obligación de abogar por una escuela donde la masificación si es necesaria
debido a la presión social, sea equilibradamente racional para que no se pierda
la calidad que favoreció en otros tiempos a la educación.
El Liceo Peñalver, heredero del antiguo
Colegio Federal, decano de todos los liceos oficiales del arco sur orinoquense,
no debe perder sus raíces, debe afincarse en ellas para la proyección
permanente de su futuro que es cada vez más complejo debido a la velocidad de
las comunicaciones, al desarrollo de la cibernética, al progreso indetenible de
la ciencia y la tecnología, a la conquista del espacio, todo lo cual ha hecho
del hombre contemporáneo un ser distinto al de hasta cincuenta años atrás, más
humano, menos materialista, menos metalizado, más condescendiente, más honrado
y apegado a principios éticos y morales y del cual el mejor ejemplo es el
prócer cuyo nombre ostenta el Liceo. Don
Fernando Peñalver debe ser el paradigma
de los peñalverianos en el esfuerzo y la pasión por el estudio, en la
disciplina, en el respeto por las instituciones y en la voluntad de servir y
ser útil a la sociedad y a la patria en general. El anhelo supremo en esta hora tiene que ser
el mismo que habitó en él durante los tiempos azarosos de la emancipación, por
una patria unida, fuerte y grande.
Unidad, fuerte y grande por el esfuerzo de cada venezolano, pero
fundamentalmente, por el esfuerzo de todos y cada uno de los estudiantes del
país. De cada estudiante que como los
peñalverianos, vaya saliendo de las bulliciosas aulas de los liceos con su
catumare de esperanzas giñándole el ojo a nuevos y promisorios horizontes.
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